sábado, 10 de noviembre de 2007

El enfoque teológico de Josef Weismayer.

El enfoque teológico de Josef Weismayer.
De este modo, se establece la línea de trabajo: el testimonio de fe de los mártires cristianos en la Iglesia primitiva, modelo y ejemplo para el mundo entero, testigos que fueron sacrificados en aras del orden público establecido pero a mayor gloria de Dios.

Sobre la cuestión derivada de esta propuesta inicial, es necesario el enfoque histórico y filosófico, así como antropológico y teológico. Es decir, el contexto en situación de la persona y los valores que encarna y por los cuales es capaz de entregar su vida por el Reino de Dios.


La visión cristiana del dolor y el sufrimiento.
El tema de la visión dolorista de la religión en la Iglesia Católica, está magistralmente ilustrado por el teólogo, Josef Weismayer, de quien encontrarán un esbozo clarificador sobre el sufrimiento en la Biblia, y el dolor en la Sagrada Escritura en ¨Vida Cristiana en plenitud¨, en la Col. Pastoral Aplicada de Promoción Popular Cristiana (Madrid, 1990).

La cuestión principal es puntualizar el sacrificio de la cruz como valor supremo del cristianismo y que es motivo de escarnio para la sociedad.


Cap. I. La Biblia: Antiguo y Nuevo Testamento.
El judío Filón, rabino y doctor de la Ley de la Torah, que fundó en Alejandría un ¨didascalio¨ o escuela de sabiduría, y que marcó el comienzo de lo que se ha dado en llamar la ¨Doctrina del Logos¨ enraizando en un método de explicación escrituraria el pensamiento helénico y la tradición judaica, fue una tentativa de reconciliar la tradición de Israel y los temas filosóficos griegos.

Los filósofos habían esbozado en múltiples aproximaciones esta grandiosa concepción del Logos, del pensamiento de Dios. Platón había reconocido en ella el origen de las ideas. Pero San Juan Evangelista consolidó en una certidumbre todos esos sentidos del vocablo, el Verbo de Dios. Y así, todos los principios justos descubiertos y expresados por los filósofos los alcanzaron éstos merced a una participación en el Verbo, y este Logos que había encendido progresivamente la inteligencia humana, era Cristo, por quien hallaron su verdadera significación la razón y la fe.

Una concepción cristiana de la historia que se concretará en San Juan y el Logos del IV Evangelio en quien reconocerá la Doctrina del ¨Verbo de Dios¨, que junto a San Pablo y la elección de los 27 textos canónicos que constituyen el Canon del Nuevo Testamento en la Sagrada Escritura inspirados por el Espíritu Santo completará la tradición de Israel recogida en los 46 libros del Antiguo Testamento, y que conformarán los 73 libros sagrados de la Biblia de Jerusalén.

Los primeros capítulos del Génesis demuestran la sublime dignidad de las personas humanas. Porque Adán, el primer hombre, era figura del que había de venir, es decir, Cristo nuestro Señor, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor por el Hijo, se manifiesta plenamente al hombre mismo y le descubre la sublimidad de su vocación.

En el pasaje de Abel, la víctima mártir asesinada, el hombre justo, que recoge el fruto de su trabajo y lo ofrece en acción de gracias a Dios, se muestra a un Caín, el victimario homicida, el hombre indigno, que ofrece su vil sacrificio con un corazón ruin.

En el Éxodo, la sangre colocada en los dinteles y las jambas de las puertas de los israelitas lo que los protegió aquella horrible noche en Egipto del exterminio del ángel de la muerte (Ex. 12,7.12), sólo era una anticipación de otra sangre, la de Cristo, portadora de la santidad y salvación definitiva.

En la historia de Jonás: "No se dará ningún signo que no sea el signo de Jonás", Cristo crucificado. El ¨Cántico de Ezequías¨, las meditaciones sobre Job, y el libro de Jeremías, nos muestran al profeta sufriente del Antiguo Testamento entregado a la voluntad de Dios hasta su martirio y asesinato.

Del martirio del mayor de los profetas de la Biblia, San Juan Bautista, de quien anuncia en el Nuevo Testamento la llegada del Mesías y la necesidad que tiene el cristiano de vivir la coherencia incluso ante los sufrimientos, destaca que si relativamente pocos están llamados al heroico sacrificio supremo, existe sin embargo, "un testimonio coherente que todos los cristianos deben estar dispuestos a dar cada día, incluso a costa del sufrimiento y grandes sacrificios".

"Se requiere en efecto un compromiso muchas veces heroico para no ceder, incluso en la vida cotidiana, a las dificultades que presionan al comprometido y para vivir el Evangelio ‘sine glossa’ (sin atenuantes)", existen aún hoy mártires que entregan su vida por la fe en el mundo, y "nos hace pensar en los mártires de la fe que a lo largo de los siglos han seguido valerosamente sus huellas", los creyentes siguen sometidos a duras pruebas por su adhesión a Cristo y a la Iglesia".


Cap. II. La Iglesia Primitiva (s. I - IV d. J.C.).

Desde los primeros tiempos de la Iglesia Primitiva, se ha reconocido que la sanguis martyrum est semen Christianorum (la sangre de los mártires es la semilla de los cristianos). "En la Iglesia antigua, el martirio era considerado una verdadera celebración eucarística: realización extrema de la contemporaneidad con Cristo, del ser una cosa sola con Él" (Cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Introduzione allo spirito della liturgia, 55).

A partir de finales del siglo segundo, la fecha de la muerte del mártir se celebraba en su tumba como una natividad en los cielos, lo que llevó a la construcción de iglesias encima de estos lugares. De la misma forma, en la liturgia romana, los mártires están ubicados en las primeras filas, antes de todos los demás santos, vestidos con el color rojo de la liturgia que pone de manifiesto la naturaleza sangrienta de su sacrificio.

1) Jesús de Nazareth.

" ... Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros ... ".

La Pascua Judía y Cristiana.

Por aquel entonces en Jerusalén se preparaba la fiesta de la Pascua que celebraba la libertad de los judíos que escaparon del yugo de la esclavitud en Egipto en tiempos de Moisés y conmemoraba la noche en que los esclavos hebreos marcaron sus casas con la sangre de un cordero para que la venganza del ángel de Dios no alcanzara a los primogénitos de Israel.

¡ Dios de Abraham, Isaac y Jacob ! , ¡ Dios Justo ! , ¡ Dios Santo !, ¡ Dios Inmortal ! , ¡Dios Universal !, ¡ Dios Padre Omnipotente !, ¡ Dios Padre Piadoso!, ¡ Dios Padre Eterno !, cuanto hemos esperado que llegara el día de nuestra liberación, como Moisés que escapando de la espada del Faraón se convirtió en el libertador de los hebreos que huyeron del cautiverio de Egipto.

Ya habían transcurrido generaciones desde el primer enfrentamiento de Sansón y los israelitas contra los filisteos hasta su derrota definitiva con la unción del gran Rey David, origen del linaje y ascendiente directo del libertador de la casa de Israel que tanto esperaban los judíos, como en la época del exilio en tierras de Babilonia que tan amargamente profetizó Jeremías, y que ahora bajo la dominación del Imperio Romano el pueblo israelita sentía en su propia tierra.

¡ Alegraos !, ¡ regocijaos !, porque nuestro cautiverio ha terminado, Cristo ¨El Ungido¨ está entre nosotros, es de la estirpe de David y de sus descendientes nos ha venido la salvación, de Belén de Judea es el hijo de Dios.

El ¨Rabí¨ o maestro como le llamaban, era hijo natal de Belén, de un ¨nagar¨ o carpintero del pueblo de Nazareth en Galilea que se llamaba José y que había hecho voto de nazareno o de consagrarse a Dios, y de una muchacha llamada María que era la madre virginal de Jesús. Había llegado a Judea a la casa de su amigo Lázaro, que convivía con sus hermanas Marta y María de Betania, un pueblo muy cercano a Jerusalén, venía de predicar por Galilea y del lugar a orillas del río Jordán en Perea donde su primo Juan, el mayor de los profetas de la Biblia, había estado al principio bautizando y anunciando la llegada del Mesías. Con sus discípulos, Simón Pedro o Cefas y su hermano Andrés, Juan y su hermano Santiago el Mayor o Zebedeo, Judas Tadeo, Santiago el Menor o Alfeo, así como Simón el Zelote o Cananeo, Mateo el publicano, Tomás al que llamaban el gemelo, Bartolomé o Natanael, y Felipe, ... hacían su entrada triunfal en Jerusalén.

¡ Oh Jerusalén !, proclama la gloria del Señor porque hoy es el día de tu liberación.

El Rey Herodes Antipas, tetrarca de Perea y Galilea, había hecho encarcelar y decapitar en su fortaleza de Maqueronte a Juan el Bautista, porque consideraba a Jesús de Nazareth como a un usurpador. La clase dirigente judía de los ¨haberim¨ o pertenecientes al ¨Sanedrín¨, o Supremo Consejo, también veían con recelo a Jesucristo porque el pueblo lo aclamaba y proclamaba como el Rey de los Judíos que les traería la libertad. La secta de los fariseos y saduceos que tenían la autoridad nacional y religiosa, los ¨soferim¨o maestros de la Ley y estudiosos de las Escrituras, lo consideraban como a un perturbador que ponía en entredicho sus enseñanzas.

¡ Oh Señor !. ¡ Rey de Reyes !, que amas a tu pueblo y que escapaste de la espada de la casa de Herodes has venido para liberar a los oprimidos.

Que humilde condición la de aquellas gentes que como era habitual cada año se reunían procedentes de todas partes para dar gloria al Señor, eran ¨amhaares¨ de toda índole despreciados por los escribas y fariseos, ¨goims¨ o paganos, con ¨cuttonas¨, túnicas por vestido, y ¨simlahs¨, mantas de abrigo, desgastadas por el tiempo, en contraposición con aquellos que se distinguían por las ¨zizith¨, borlas o franjas que los israelitas llevaban en los vestidos para recordar los mandamientos de la Ley de Dios, con las ¨cufiehs¨, prendas para la cabeza, o ¨taliss¨, que caían sobre sus hombros, y que solían llevar cuando oraban en la sinagoga.

¡ Santo !, ¡ Santo !, ¡ Santo !, es el Señor, Dios del Universo, llenos están el Cielo y la Tierra de tu Gloria, ¡Hosanna! en el Cielo, bendito el que viene en nombre del Señor, ¡Hosanna! en el Cielo.

El poder del César, el Emperador de Roma, era omnisciente, y divinizado por el paganismo del Imperio, el politeísmo era la religión oficial. Y Judea era una provincia romana que por el pasado histórico monoteísta de la tradición judaica, depositaria de las tablas de la Ley que Moisés en el monte Sinaí recibió del mismo Dios, la convertía en caldo de cultivo de insurrecciones y sublevaciones por su reticencia a adoptar las costumbres y usos de sus conquistadores. Especialmente en estas fechas las guarniciones romanas de la Torre Antonia de la ciudad estaban en estado de alerta permanente, pues los judíos alentados por su exaltado sentido del nacionalismo y exacerbados por la convicción de ser el pueblo elegido de Dios, hacía ya largo tiempo que consideraban al ejército de ocupación como al opresor. El Gobernador romano, el procurador Poncio Pilato, alertado por los disturbios y motines ocasionados por miembros de fanáticas y agresivas sectas judías como la de los zelotes o los sicarios, con un tal Barrabás al frente que había sido encarcelado, también juzgaba la fama que precedía al galileo como un signo de inestabilidad para lograr imponer en su provincia la voluntad del César Tiberio retirado en Capri y cuyo regente era Calígula, y porque ponía en peligro su soberanía y era un estorbo para sus fines en aras del orden público establecido.

¡Escucha Oh Israel !. No endurezcas tu corazón como hicieron nuestros antepasados junto a la montaña sagrada del Sinaí, porque tuvieron que vagar por el desierto durante una generación hasta encontrar la tierra prometida de Canaan.

Se acercaba el día de los panes ácimos cuando había que sacrificar el cordero pascual, y Jesús se dirigió al Templo de Jerusalén para orar al Señor, y encontrando en sus atrios a cambistas y mercaderes que negociaban con el precio de las ofrendas que se habían de entregar a la casta de los sacerdotes para llenar sus arcas del tesoro, arremetió contra sus puestos derribándolos y desparramando las monedas por el suelo, y a latigazos les expulsó del Templo.

¡ Pídeme ! y te daré las naciones en herencia y extenderé tus dominios hasta los límites de la tierra. Los regirás con vara de hierro y como vaso de alfarero los romperás.

Y buscando la manera de quitarlo de en medio sin que la gente se enterara, dos días antes del día de los panes sin levadura se había tramado una traición contra Él, entre un tal Judas Iscariote, habitual entre sus allegados que administraba los ases de cobre que recibían de las gentes para atender sus necesidades y había decidido entregarle a cambio de dinero, y el Sumo Sacerdote, Caifás, que para apresarle había acordado una recompensa de 30 siclos de plata, única moneda nacional judía en circulación.

Llegó el día en que se celebraba la noche de la pascua judía, y hacia el atardecer cuando empezó a cesar el bullicio de las gentes por las calles, Jesús después de predicar en el Templo se retiró con sus discípulos a un cenáculo de la ciudad .

El Señor es mi vara y mi cayado, ¡ nada temeré !. El Señor es mi pastor, ¡ nada me falta !...

El lugar de encuentro con la Guardia del Templo donde habían acordado prenderlo sería durante la noche después de la cena pascual en el huerto de los olivos, llamado Getsemaní, con el fin de llevarle acto seguido a juicio y condenarlo a pena de muerte. Los cargos de que se le acusaría serían de sedición y blasfemia, y antes de despuntar el alba sería llevado ante Poncio Pilato para su crucifixión porque el poder romano se reservaba el ¨jus gladii¨, es decir, tenía la última palabra para decidir entre la vida o el suplicio en cruz de un reo.

¡ Ay de ti Jerusalén ! que matas a tus profetas, destruye este Templo y Sagrario del Espíritu Santo y en tres días lo reconstruiré, porque la piedra del fundamento que desechasteis será la piedra angular.
Creemos que el mejor modo de enfocar la cuestión de la asunción del sacrificio de la cruz por Nuestro Señor Jesucristo es ser conscientes de la limitada capacidad de entendimiento del ser humano sobre el sentido mesiánico de su misión salvífica.

Queremos decir que es necesario un ejercicio de humildad que nos permita comprender que aunque nada se esconde al saber divino, si es al hombre a quien no le alcanza el discernimiento para entender en su total y verdadera dimensión el significado de la entrega del hijo de Dios por la salvación del hombre.

En el pasaje del Evangelio después de la última cena en el que Jesús de Nazareth en el huerto de los olivos de Getsemaní, en orante diálogo con Dios Padre, le implora no ser crucificado, y acto seguido por su amor filial, afirma: ¨hágase tu voluntad y no la mía¨, está reafirmando en su condición de salvador y mesías, un acto de oblación pura, de total entrega a su inmolación, conteniendo el verdadero sentido del martirio, en contra de su voluntad y a causa de la iniquidad de los hombres, asumiendo el sacrificio por el valor supremo de su misión salvadora, donde encuentran verdadero significado las palabras: ¨... no hay mayor amor que el que entrega su vida por los demás...¨, ¨... es necesario que el hijo del hombre muera para que sea ensalzado...¨, ... porque la voluntad de Dios es salvar al género humano aunque deberá sufrir por ello su propio hijo el martirio por la maldad del hombre.

El sufrimiento vicario de Cristo.

" Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y angustia. Entonces les dice: mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad conmigo.
Voluntad ciertamente misteriosa, pero que nos pone violentamente, cara a cara, con el gran amor que Dios tiene al hombre, haciendo que un Dios encarnado, en carne humana sufra por él.

El cristiano, imitador de Cristo, seguidor de los pasos de su Maestro, ¿se extrañará si en su camino aparece el sufrimiento?. El convencimiento de que Dios es mi Padre y quiere lo mejor para mi, aunque no lo entienda, le hará clamar también : " no se haga mi voluntad, sino la Tuya".

.....Pavor. Angustia. Tristeza hasta el punto de morir. Sudor como gotas espesas de sangre...... Y los discípulos, tu y yo, dormidos por la tristeza.

¿Cómo debía de ser ese dolor de Cristo transformado en sufrimiento, que le lleva a sudar gotas de sangre?. ¡Qué bien se refleja aquí la ruptura que el dolor produce en el alma. ¡Cómo éste, el sufrimiento, ha pasado de los sentidos al alma, al yo, al espíritu, a la persona!.

Abrazar como Cristo, la cruz, el sufrimiento, aceptando, queriendo, amando la Voluntad divina, no es de extrañar que un cristiano, aún en el martirio, sea feliz, alegre por ser corredentor, ya que colabora a restaurar con Cristo la naturaleza humana, la creación, a su origen primitivo antes de que entrase, por el pecado original, el mal en el mundo.

Esta es la respuesta, la esperanza del cristiano a la pregunta sobre el sentido del sufrimiento. Al morir Jesús, el mismo Dios, bajo figura finita, destruye los efectos del pecado original y todos los personales, produciendo una nueva creación.

...porque eres inocente y vas a morir por nosotros, que somos los únicos culpables.....para qué.......viviésemos al fin " in libertatem gloriae filiorum Dei ", en la libertad y gloria de los hijos de Dios.

De este modo, adquiere pleno sentido una de las obras cumbres del historiador Daniel Rops: Muerte, ¿ dónde está tu victoria ? ; la vida del cristiano es la historia de la asunción del sacrificio de la cruz y de su propio martirio para salvación de su alma humana y resurección a la vida eterna. Esta aspiración de la humanidad por los valores espirituales recibió su confirmación con la pelicula La Pasión de Cristo de Mel Gibson (2004).

Jesús de Nazareth fue martirizado... y lo dicen profesionales en psicología y teología, opinar lo contrario, es decir, que se suicidó, es de un reduccionismo y una autosuficiencia que se parece a los opinólogos ... como la dramática posición de Pilatos cuando se pregunta "¿ Qué es la verdad ?" y actúa como si no existiese estando ante Cristo; el victimario sumerge a la víctima en una cultura de la muerte, del relativismo y la negación de la verdad.

Realmente, estamos asombrados de que puedan existir profesionales, que puedan afirmar sin lugar a dudas, y sin conciencia del grave sacrilegio que estan cometiendo, que Jesucristo fue sujeto de una autoinmolación, debe existir alguna explicación plausible a una interpretación de este tipo, a nuestro entender, sea resultado de una mala traducción, o bien, porque en origen se pretendió que así fuera, nos encontramos con el mismo problema, un error doctrinal en las bases de la psiquiatría y la psicología.

Los Apóstoles y protomártires:

Un ejemplo que podemos traer a colación y que existió ya en sus lejanos orígenes, con nuestro protomártir San Esteban, es como hubo de brillar luego en toda su evidencia en aquellas dramáticas horas en que, frente a los verdugos de Roma, millares de cristianos prefirieron la muerte a apostatar de la fe, entregando su vida en un acto sublime de oblación a Dios.

Otros dedicaron sus últimas palabras precisamente a la misericordia y al perdón, en imitación del ejemplo dado por Cristo en la cruz y seguido ya por el primer mártir, San Esteban que fue lapidado.

La religión cristiana se difundió muy rápida desde Jerusalén hasta Antioquia, antes de llegar al Occidente, en Roma. El Cristianismo llegó a las costas de India, donde San Tómas Apóstol predicó y fue martirizado, mientras San Judas Tadeo y San Bartolomeo predicaron el Evangelio en Armenia. Gracias a sus martirios, Armenia se convirtió en el primer país cristiano.

Por voluntad de Cristo, Juan sería el único de los 12 apóstoles que no moriría de muerte violenta, y a excepción de Judas Iscariote que se suicidó, el resto sufriría el calvario del martirio.

Los Evangelios.
Juan.
¨En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Todo fue hecho por Él y sin Él nada se hizo de cuanto ha sido hecho¨ (Jn 1, 1-3).
"El buen pastor da su vida por las ovejas" (Jn 10,11), y el testimonio de los cristianos se asemeja siempre con el misterio del grano de trigo: "Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si cae en tierra buena y muere da mucho fruto" (Jn 12,24). Cristo, en la víspera de su pasión, anuncia su glorificación a través de la muerte. Los mártires, recorren "El Camino" (así se llamaban a si mismos los cristianos) de Jesús al decir de sí mismo: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn 14, 6). El martirio toma parte directamente en la obra de Cristo, permaneciendo unidos a Él que salva y santifica (Jn 15,5). "Dado que Jesús, el Hijo de Dios, manifestó su amor entregando su vida por nosotros, nadie tiene mayor amor que el que entrega su vida por Él y sus hermanos" (Jn 15,13).
Jesús al dirigirse a Pedro: "En verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas adonde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras". Y el evangelista agrega: "Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios" (Jn 21,18-19).
Marcos.
Refiriéndose Jesús a Pedro: "Tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres" (Mc 8,32). Luego, ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida?…quien pierda su vida por mi y por el Evangelio, la salvará" (Mc 8,36). La prueba era necesaria para el cumplimiento de la misión, el martirio.
Mateo.
"Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra y suplicaba así: Padre mío, si es posible, que pase de mi esta copa, pero que no sea como yo quiero, sino como quieras Tu" (Mt 26, 37-39). "Y alejándose de nuevo, por segunda vez oró así: Padre mío, si esta copa no puede pasar sin que yo la beba, hágase tu voluntad" (Mt 26,42).
La orden del Señor "vayan y hagan discípulos de todos los pueblos" (Mt 28,19) es anuncio como el martirio de la semilla de nuevos cristianos.
Lucas.
También enseñó a sus padres a obedecer al orden en la obediencia: " ¿ No sabíais que es necesario que yo esté en las cosas de mi Padre ?" (Lc 2, 49). Cristo obedeció a Dios Padre, su Padre, nuestro Padre, hasta la muerte y muerte de cruz. Obediente a sus padres " bajó con ellos y vino a Nazareth, y vivía sujeto a ellos." (Lc. 2, 51).
"Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame" (Lc 9, 23). "Os digo que si uno se declara a mi favor delante de los hombres, también el Hijo del hombre se declarará a favor suyo delante de los ángeles de Dios" (Lc 12,8).

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